Cómo hacer más distribuida tu organización y no morir en el intento | Semana Económica
Después de estar una temporada en Silicon Valley, una de las cosas que más me chocaron al reinsertarme en el ecosistema peruano fue la…
Después de estar una temporada en Silicon Valley, una de las cosas que más me chocaron al reinsertarme en el ecosistema peruano fue la poca flexibilidad que ofrecen las empresas a las personas que desean emplear. Existe la institucionalizada jornada de trabajo presencial, que salvo puestos donde debemos atender físicamente a un cliente, en mi opinión no hace sentido imponerlo a toda la fuerza laboral.
¿Qué tuve que hacer yo con la empresa que quería contratarme? Negociar y aceptar un punto medio. Mitad de la semana estaré presencialmente en la oficina y la otra parte en remoto. Todo con el objetivo de demostrar que el trabajo remoto es posible. Pero no fue fácil, ya que mientras existan personas dentro de la organización que no estén acostumbradas a trabajar con gente remota, será muy difícil la colaboración. Por que muchas de las conversaciones y decisiones se realizan cara a cara, como por ejemplo, las famosas “conversaciones de pasillo”. El hecho de no dejar las conversaciones documentadas, aunque estes en la oficina causan que te pierdas lo que está sucediendo. Es decir, si no estás en todas, te pierdes de todo.
¿Pero por qué me importaba tanto que se permita el trabajo remoto? Un beneficio de ser una organización distribuida es que te permite captar mejor talento. Si nos limitamos a solo contratar personas que vengan a la oficina en un horario establecido, estaremos dejando de lado valiosos talentos, como por ejemplo, madres y padres que atienden a su familia. Lo único que demandan este perfil de trabajadores es mayor flexibilidad. Otro talento que nos impediría llegar son los extranjeros. En este mundo globalizado, el talento se compite mundialmente. Si no me creen, aquí pueden encontrar una larga lista de oportunidades donde empresas como Google y Amazon utilizan para contratar Remote Workers: https://weworkremotely.com/.
Un segundo beneficio de distribuir tu organización es que puedes generar ahorros en infraestructura. Toda gran organización, en su esfuerzo por generar eficiencias, ya ha empezado a ver el espacio físico como un alto gasto. La ola del Open Space ha logrado meter más personas en el mismo metro cuadrado, pero eso solo ayuda hasta un punto. Luego se ven forzados a incentivar a las personas a que se tomen uno o más días a la semana de Home Office. Incluso en algunas organizaciones, ya sea desde su nacimiento o años después, decidieron ser 100% remotas. Ese es el caso de 1 Second Everyday, del emprendedor peruano Cesar Kuriyama. Su startup tiene una app que está entre las más descargadas en EE.UU. y absolutamente toda su fuerza de trabajo está de modo remoto. Se juntan una vez al año en algún lugar del mundo para reencontrarse, celebrar los resultados y planificar el año entrante.
Con lo mencionado hasta el momento queda claro los retos y los beneficios de tener una organización que fomenta el trabajo remoto, pero ¿cómo puedo hacer más distribuida mi organización y no morir en el intento?
Claramente el modelo híbrido que propuse al inicio del artículo no funcionó. ¿Qué hubiera hecho en vez de proponer la mitad de mi tiempo presencial y la otra remota? La solución llegó tarde, unos días atrás conversando con un amigo que trabaja actualmente en remoto para una startup de Estados Unidos me comentaba sobre un experimento que realizó junto a su anterior empleador, Rainforest QA. Ellos se dieron cuenta que su empresa aún le faltaba ser más distribuida.
El programa experimental que implementó Rainforest QA constó de tres fases. En la primera fase se realizaron encuestas a todos los colaboradores, tanto presenciales como remotos. La pregunta, “¿Recomendarías Rainforest como lugar de trabajo?”. Sin sorpresa alguna, los que trabajaban presencialmente calificaron en la escala de 1–10 con un sólido 9 mientras que los remotos lo calificaron con 8.2. Un claro desbalance entre ambas modalidades de trabajo.
La segunda fase consistió en dividir a los trabajadores presenciales en dos grupos. El primer grupo se le pidió que trabajara de manera remota durante una semana mientras que el segundo grupo de manera presencial. Es más, la sugerencia fue que no trabajaran desde casa, sino lo más lejos que podían. Como por ejemplo, en la casa de un familiar en otro estado o incluso desde otro país. Así podrían entender lo que es trabajar con un remoto que vive en Japón, Turquía o Perú. Después de una semana, se invierten los roles, el primer grupo se quedó en las oficinas mientras que el segundo trabajó en remoto.
Terminada ambas semanas, como tercera fase, volvieron a encuestar a los colaboradores. Ante la misma pregunta, el resultado fue diferente. Tanto los presenciales como los remotos recomendarían trabajar en Rainforest con un 9.1 sobre la escala de 10. Esto es indudablemente una mejora sobre el resultado previo al experimento y significa que la experiencia para ambas modalidades de trabajo fue similar.
De hecho, tan bueno fue el resultado que ahora se ha institucionalizado este programa bajo el nombre de Remote Week y se realizará en reiteradas ocasiones durante el año.
Esto es algo que fácilmente podemos adoptar en nuestras organizaciones sin asumir mucho riesgo. El resultado será que de a poco cambiará nuestra cultura y será más apta para el trabajo remoto.
Con tantas excelentes herramientas disponibles para el trabajo remoto, desde Trello a Slack, no hay excusas para no intentarlo. Lo importante es que sean usadas tanto por aquellos que trabajarán presencialmente como en remoto, para evitar que alguien del equipo se quede de lado.
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