El día que una mujer en Bolivia me hizo replantear todo lo que sabía sobre pagos
Cuando descubrí que "lo simple" depende de dónde estés parado. Y por qué 57 millones de latinoamericanos están eligiendo lo que supuestamente es "complicado".
Este artículo fue publicado originalmente el 17 de noviembre de 2025 en Semana Económica.
Una mujer en Bolivia necesita $100 de su familia en Estados Unidos.
Hace tres años: despertarse a las 5am, tres horas en autobús, fila en Western Union, documentos, preguntas, efectivo, autobús de regreso. Un día entero perdido. Por $100.
Hoy: abre su teléfono, recibe el dinero en segundos, nunca sale de su pueblo. No sabe qué significa “blockchain”. Nunca ha escuchado la palabra “stablecoin”. Y no le importa.
Cuando Lucas Posada, CEO de Takenos, me contó esta historia en mi podcast Innovación Sin Barreras, me quedé pensando: ¿cómo es que una tecnología supuestamente “compleja” se volvió más simple que ir al banco?
La respuesta está en cómo definimos “simple”.
Para nosotros, los bancos son simples porque los entendemos. Sabemos cómo funcionan, dónde están, qué hacer. Pero para alguien que vive a tres horas del Western Union más cercano, “simple” es poder recibir dinero sin moverse de casa. La fricción no es tecnológica. Es física, temporal, burocrática.
Y aquí está lo que me sorprendió cuando empecé a investigar: esta no es una anécdota aislada.
Son 57.7 millones de latinoamericanos que procesaron $1.5 billones en solo tres años usando stablecoins (dólares digitales que viven en redes blockchain). El crecimiento es del 63% año tras año. En Argentina, 5 millones de personas los usan como salvavidas contra el 211% de inflación. En México, están transformando un corredor de remesas de $63 mil millones anuales.
Y la mayoría, como la mujer en Bolivia, ni siquiera sabe que están usando “cripto”.
Los bancos tradicionales no están rotos. Están optimizados para otra era: transacciones grandes, corporaciones, tiempos planificados. Swift, la columna vertebral de la banca internacional, es una maravilla de coordinación y seguridad. El problema es que el mundo cambió.
La globalización no solo conectó empresas. Conectó personas. Freelancers argentinos facturando clientes en Europa. Familias enviando remesas desde España a Perú cada semana. Trabajadores remotos ganando desde Estados Unidos mientras viven en México. Todos nosotros pagando por Netflix, Spotify, Amazon.
El volumen de transacciones internacionales individuales explotó. Y la infraestructura bancaria tradicional (diseñada para pocas transacciones grandes) lucha con altos volúmenes de micro-transacciones rápidas.
El resultado: costos más altos, tiempos de espera más largos, burocracia que hace transacciones simples absurdamente complicadas.
Las stablecoins entraron a llenar esa brecha. No porque sean “el futuro” en abstracto, sino porque resuelven problemas reales hoy. Cuando tu necesidad es proteger ahorros de inflación descontrolada, o recibir pago de un cliente internacional sin esperar una semana, o enviar dinero a tu familia sin perder el 7% en comisiones, esperar 3-5 días no es una opción. Es una sentencia.
Esto no va de tecnología versus tradición. Va de preguntarse: ¿estamos resolviendo los problemas de hoy, o los de hace 20 años? ¿Y qué pasa cuando la gente encuentra mejores respuestas fuera del sistema?
Quizás la lección más grande que saqué de esta investigación es que la innovación muchas veces no viene de arriba hacia abajo. Viene de los márgenes. De los lugares que el sistema tradicional no alcanza a cubrir. De las personas que no pueden esperar a que la infraestructura “oficial” se adapte.
Y esas personas (esa mujer en Bolivia, esos 5 millones de argentinos, esos 57 millones de latinoamericanos) ya votaron.
Con sus billeteras.
Sobre este artículo:
Esta historia de Bolivia es solo una de muchas. Dediqué más de 20 horas a investigar qué está pasando realmente con stablecoins en Latinoamérica. No la narrativa de Silicon Valley, sino lo que veo en las trincheras. Conversé con Lucas Posada sobre Bolivia, revisé reportes de a16z Crypto sobre adopción institucional, analicé datos país por país.
Si quieres entender por qué esta tecnología invisible ya está transformando pagos en la región, escribí un ensayo completo de 8,400 palabras sobre esto. Lo encuentras aquí.

Jaime, muy interesante explicación de cómo una tecnología "complicada", siempre que esté simplificada de cara a los clientes, puede tener una adopción más alta.
De hecho, recientemente, en el doctorado de la ULima, como parte de un curso de Metodología de investigación cuantitativa, mi equipo de trabajo y yo decidimos aplicar una encuesta científica relacionada con entender el TAM (Technology Adoption Model) y la confianza en los monederos digitales.
Según Credicorp en Perú el acceso a esta tecnología en general, pasó de 17% el 2021 a 65% este 2025, siendo el principal acceso al sistema financiero.
De hecho, lo más curioso de los resultados del análisis estadístico de los datos recogidos es que la utilidad del servicio tiene un valor significativamente mayor respecto a la facilidad de uso del mismo, que no tiene un efecto significativo en la adopción. Y a su vez, la confianza juega un papel determinante en la adopción de este tipo de tecnologías.
En resumen, lo importante es resolver un problema real a las personas en su vida cotidiana, lo que permite masificar este tipo de soluciones digitales, que tienen entender a fondo la realidad de su público objetivo, para generar un "market fit" sostenido en el tiempo.
¡Gracias por compartir! Saludos
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